Alfredo Sanzol, inspirado en el universo de las comedias de Shakespeare, estrena el 27 de abril en el escenario de la Sala José Luis Alonso de Teatro de la Abadía (Madrid) el montaje La Ternura, una comedia de leñadores y princesas en la que intenta trasladar la imposibilidad de protegernos del daño que produce el amor, porque si queremos amar nos tenemos que arriesgar a sufrir. Una vez más el director se rodea de su equipo de confianza, no solo en el reparto (Paco Déniz, Elena González, Natalia Hernández, Javier Lara, Juan Antonio Lumbreras y Eva Trancón) sino en la escenografía y vestuario, a cargo de Alejandro Andújar, la iluminación de Pedro Yagüe y la música de Fernando Velázquez.
– Con La Ternura regresa al humor… ¿Por qué comedia?
– Sí, el humor es la otra cara de la moneda de la tragedia. La comedia y la tragedia son las dos caras de la moneda del drama, y el paso de una a otra es siempre muy orgánico. Creo que necesitamos los dos géneros de igual manera para estar compensados.
– En una frase, ¿cómo definiría La Ternura?
– La Ternura es una comedia romántica de aventuras escrita con estilo shakesperiano que trata sobre la imposibilidad de protegernos del dolor en las relaciones amorosas y de la importancia que tiene “la ternura” en la vida del ser humano.
– ¿A qué nos enfrenta, qué temas trata?
– La Ternura trata de la imposibilidad de protegernos del dolor es el tema principal, y en concreto la imposibilidad que tienen los padres de proteger a sus hijos de dolor. En La Ternura, La Reina Esmeralda (Elena González) es la madre de dos Princesas, Rubí (Eva Trancón) y Salmón (Natalia Hernández) y esta madre quiere proteger a sus hijas del amor que sienten por los Leñadores Verdemar (Paco Déniz) y Azulcielo (Javier Lara). Lo mismo le pasa al padre de los leñadores, al leñador Marrón (Juan Antonio Lumbreras), quiere proteger a sus hijos.
– ¿Cuánto de personal hay en La Ternura?
– Hay un momento en mi vida en el que me hago consciente de la necesidad que tengo de ternura para estar bien. La ternura es la manera en la que el amor se expresa: escuchando, acariciando, hablando, cuidando, respetando, esperando… Sin ternura el amor no se ve. Por eso puedes decirle que le quieres mucho a alguien, pero si no eres tierno probablemente te dirá: ¡Pues no se nota!
– ¿Dónde encontramos a Shakespeare? ¿Qué le interesaba contarnos de sus historias?
– Durante un año he estado leyendo y releyendo todas las comedias de Shakespeare para dejarme influir por ellas. Me gusta mucho como usa los espacios de la naturaleza como lugares mágicos: las islas, los bosques, los mares. Sus personajes están movidos por un impulso imparable de acción. Generalmente movido por el deseo de amar, pero también por la venganza, o la codicia. Para lograr sus objetivos los personajes no paran de hacer planes, de tender trampas, de cambiar de identidad. Hacer creer a los otros que la realidad es de otra manera es una de las constantes de Shakespeare. Y además es uno de los temas principales de la época, el de la vida es sueño. La realidad nunca es lo que parece. Este tema también está en La Ternura, y también en Sueño, la comedia de Andrés Lima. Creo que es el tema que une a ambos montajes. La realidad y el sueño se confunden. Se influyen. Y este es un tema que es metáfora de otro más importante: el de despertar de la inconsciencia y entrar en el mundo de la consciencia. Algo a lo que Platón dio forma con su imagen de la caverna y las sombras.
– Las relaciones humanas son una constante en sus obras… ¿Qué trata de encontrar?
– Creo que los artistas tenemos la posibilidad de crear en la ficción nuevas maneras de relaciones humanas. Somos útiles a la sociedad porque nuestras obras son un buen laboratorio para el ensayos de nuevos mapas mentales. Los mapas mentales crean límites y trazan caminos que muchas veces sólo producen sufrimiento. Intentar nuevas maneras en las relaciones humanas que nos acerquen a lo bueno y lo bello es lo que intento encontrar.
– ¿Cuando escribía la versión se reía mucho?
– Esta pregunta es muy buena porque cuando escribo me pasan dos cosas a la vez. Por un lado me tengo que dejar traspasar por las emociones que produce la acción de los personajes. Es la única manera de comprobar que lo que estoy escribiendo está vivo. Y en la comedia nos reímos de muchas cosas que a los personajes no les hacen ninguna gracia pero a nosotros sí. Y por otro lado tengo que tomar la distancia del escritor y ahí es cuando aparece la risa.
– Proyecto Comedia de Teatro de la Ciudad arrancó con varios talleres. ¿Por qué son tan importantes para ustedes?
– Los talleres permiten un acercamiento en espiral a la creación. Al principio los círculos que hacemos son muy amplios y muy generales. Luego se van cerrando cada vez más. La creación de esa espiral para que se fértil, cale en el imaginario, y esté llena de conexiones necesita tiempo. Y también el encuentro con otros. Esta es la necesidad de hacer talleres. Tener tiempo para estar con otros.
– ¿Qué le hace reír a Alfredo Sanzol?
– Bueno, a mí como a todo el mundo, me hacen reír muchas cosas que además parecen no tener relación unas con otras. La risa es una expresión de emociones diferentes. Desde el placer hasta la crítica. La sátira y la empatía producen risa. La torpeza y la maestría. La risa puede ser castigo y también puede ser aprobación. Puede ser de complicidad o irónica. Y muchas veces, para que no haga daño, la risa tiene que ser invisible.