La barcelonesa Júlia de Paz Solvas filma el dramático retrato de una madre soltera que trata de sobrevivir cargada con la responsabilidad de una hija pequeña. Con un relato en el que casi no existe margen para la esperanza, la cinta aborda el peso de la maternidad en una mujer que duda de su capacidad para ser madre, y que busca una salida a una situación extrema, además de mirarse a sí misma tratando de encontrar su instinto maternal.
Rodada en Málaga y Sevilla, estamos ante una de esas películas que se apoyan en su mayor parte en el trabajo de los actores, además de usar con inteligencia un estilo visual que consigue el adecuado realismo que necesita la historia.
Magnífica la interpretación de Tamara Casellas (Biznaga de Plata a la Mejor Actriz en el último Festival de Málaga); ella es el rostro de la desesperación y el desgaste emocional, capaz de expresar con su mirada el profundo background de su personaje, del que solo vemos la punta del iceberg y solo llegamos a atisbar o deducir mínimamente su largo pasado de sufrimiento.
La directora Júlia de Paz narra su historia con un estilo realista que no escatima la crudeza de los detalles, con una cámara en mano que se pega a sus personajes casi en todo momento, persiguiéndolos sin tregua, sin dejarnos respirar con un algún plano general en las escenas de mayor tensión. También hay espacio para la ternura en muchos momentos de gran autenticidad, incluso cierta espontaneidad y margen de acción para los actores (especialmente en varias escenas entre madre e hija).
Ama es también de esas películas que pega una fuerte subida de interés en sus minutos finales, hasta el punto de dejarnos con las ganas de unos diez o quince minutos más de metraje, pero así es la vida: el futuro no está escrito, y el final es tan abierto como nuestra misma realidad.