Precisamente, en la pasada entrega de los Premios Asecan, ésta fue la queja más repetida por parte de varias ganadoras, desde Piluca Querol, de la Andalucía Film Commission hasta la directora de producción Manuela Ocón o la actriz Mercedes Hoyos, que puso el acento en la necesidad de un mayor número de personajes femeninos de más de 40 años. Similar reivindicación (sin referencia a la edad) fue la expuesta por otra actriz andaluza, Cuca Escribano, en la última entrega de los premios Goya.
La ausencia de papeles femeninos se debe en gran parte a que apenas hay directoras tras las cámaras. En Andalucía se podrían contar con los dedos de una mano el número de mujeres que hayan dirigido al menos dos películas de ficción desde el nacimiento del cine: Josefina Molina, Chus Gutiérrez y Pilar Távora. Sin embargo, en el cine documental sí hay un mayor número de directoras, con algunas muy destacadas como Mercedes Moncada, Nocem Collado, Pilar Monsell o Pepa Álvarez, que estrena en unos días su último trabajo, La bicicleta de John Kerry.
Papeles masculinos
Al predominar, con una notable desproporción, los directores, abundan las historias con mayor peso de personajes masculinos. Sólo en el cine realizado por Paco León las mujeres son las que tienen la voz cantante, incluso en la última, Kiki, el amor se hace, con historias de pareja. De los cineastas andaluces el que da muestras de un mayor equilibrio es Benito Zambrano con dos películas protagonizadas por mujeres, Solas y La voz dormida, y otros dos trabajos en los que los hombres tienen mucho más peso, Habana Blues y Padre Coraje.
También resulta llamativo que de la prolífica Generación Cine-Exin, de la que han surgido tan buenos cineastas, productores y profesionales del cine, tan sólo haya una directora en activo, Ana Rosa Diego, presidenta de la Asociación Andaluza de Mujeres de los Medios Audiovisuales (AAMMA), entidad creada para reivindicar una mayor visibilidad de la mujer en este sector.
Frente a la ausencia de directoras, sí sobresalen las mujeres como gestoras de entidades audiovisuales, como la citada Piluca Querol o las dos responsables de la Fundación AVA, la presidenta María José Bayo, y la directora May Silva. Asimismo hay destacadas productoras, como Marta Velasco, Sara Fijo, Teresa Segura, Agus Jiménez y Sara Santaella, al frente de Áralan Films, Góndola Films, Diffferent, Enciende TV y Arte Sonora Estudios, respectivamente, que acumulan años de experiencia, trabajos de prestigio, premios y reconocimientos.
Gestión de festivales
Mientras que la Filmoteca de Andalucía ha contado con dos directoras, Begoña Soto y Victoria Fonseca, en el apartado de festivales de cine la ausencia de mujeres es clamorosa: ninguna de las grandes citas de Andalucía con el buen cine (Festival de Málaga Cine Español, Festival de Cine Europeo de Sevilla, Festival de Cine Iberoamericano de Huelva y Alcances de Cádiz) tienen, o han tenido en el pasado, a una mujer como máxima responsable. En este apartado, es muy meritoria la labor de Mane Cisneros por sacar adelante, frente a las dificultades económicas, el Festival de Cine Africano de Tarifa desde su fundación en 2003. También es de destacar la iniciativa de María Luisa Oliveira, María Clauss y Gele Fernández Montaño al frente de la muestra de cine realizado por mujeres WofestHuelva, en el que no faltan los encuentros con directoras como Remedios Málvarez, ganadora del Premio Asecan a la mejor Dirección Novel por su documental Alalá.
Afortunadamente, parece que esta injusta situación podría cambiar, al menos en la ficción: Celia Rico rodará en breve su primera película, Viaje alrededor de una madre; a mediados de junio Marta Díaz comenzará el rodaje de Mi querida Cofradía, producida por Gervasio Iglesias, y Laura Alvea codirigirá de nuevo, junto a José F. Ortuño, Ánimas, a partir de agosto. Hay además, al menos, dos directoras de cortos con todos los merecimientos para dar el salto al largometraje, Macarena Astorga y Ana María Ruiz. Ojalá se rompa pronto esta dolorosa e injusta brecha.