Privada de espectáculos en el Reino Unido desde que los teatros se vieron obligados a cerrar sus puertas en marzo de 2020, acepté con alegría una invitación para ver a un compañero de trabajo, estudiante de la Escuela de Teatro San José SS.CC., actuar en una producción aficionada de Los bosques de Nyx, de Javier Tomeo. Desde el barrio sevillano de Los Remedios, donde la gente lleva dos años consecutivos sin celebrar la Feria de Abril a causa de la pandemia, fue un alivio ver cómo la cultura y las artes luchan contra este enemigo invisible.
¡Y qué lucha! Al entrar en la sala, enmascarados, desinfectados y con la temperatura controlada, fuimos conducidos a nuestros asientos, asegurándonos de que se mantuviera un espacio de dos butacas entre cada persona. Un público VIP compuesto por ochenta invitados y estudiantes de arte dramático se repartió por el auditorio –que normalmente aloja a entre 250 y 300 espectadores– dispuesto a disfrutar de la obra gratuita de una escuela por la que han pasado actores de la talla de Antonio Dechent, Ana Ruiz, Manolo Caro y Paz Vega.
«El teatro, a diferencia de los hombres por los que lloran estos personajes femeninos, sobrevivirá a esta batalla contra la pandemia»
Mientras una música mítica llena la sala y las luces azules descienden sobre el escenario, vemos la yuxtaposición del vestuario de la antigua Grecia frente a las mascarillas negras que cubren los rostros de los actores, signo inevitable de la vida moderna. Los bosques de Nyx reúne a diez mujeres griegas y troyanas de la leyenda de Troya para una fascinante e intensa reflexión sobre el desastre de la guerra, provocado por la llegada del mensajero masculino aquí representado como cuatro aspectos tóxicos de la masculinidad: superioridad, hipersexualización, violencia y la cara amable del hombre.
Una elección de obra atrevida por parte del director Sebastián Mateos, que encuentra su fuerza en la quietud y en el poder de las palabras. Los actores aceptaron estoicamente el reto de dar vida a sus personajes y de proyectar sus apasionados discursos a través de la pantalla oscura de sus mascarillas, con el movimiento coreografiado del coro dando forma al escenario de manera que intensificaba y suavizaba la tensión de la escena.
¿Por qué dedican estos actores amateurs tanto tiempo a los ensayos de teatro? ¿Qué sacan de la experiencia de actuar delante un público? Una actividad que pondría el miedo en Dios en muchas personas. “Llevo aquí siete años”, me explicó Francisco Martín-Vázquez, que tiene una doble vida como estudiante de periodismo y comunicación digital en la universidad durante el día y como actor en la escuela por las noches. “Me enamoré de esto (…) y ya forma parte de mi vida». Esa es la respuesta. Desde su fundación en 1986 por el difunto padre Isaac García, la Escuela de Teatro San José SS.CC ha mantenido en su corazón la idea de que el teatro es un lugar en el que se reúnen personas de todas las edades, líneas de trabajo y etapas de la vida, unidas por la pasión común y por el lema hacer escuela es mucho más que hacer teatro.
«Los actores seguirán actuando por el amor de actuar, el público seguirá asistiendo a las representaciones por el placer de verlas, y la cultura seguirá creciendo y prosperando»
Lo que quedó claro en esta representación y en el debate posterior entre el público y el elenco fue que el teatro, a diferencia de los hombres por los que lloran estos personajes femeninos, sobrevivirá a esta batalla contra la pandemia. Según Reyes Gonzalez, coordinadora de la escuela de teatro, lejos de reducirse el número de inscritos en la escuela, el número de abonos se ha mantenido. Los organizadores han peleado por la continuidad del programa, poniendo en marcha desde diciembre nuevos talleres rotativos de improvisación, de métodos de teatro, de voz y de la historia del teatro, habilidades que sin duda brillaron en esta representación. Además, a pesar de la falta de actividades sociales este año, es evidente que un vínculo muy fuerte se ha formado entre este equipo de actores.
Y así, los actores seguirán actuando por el amor de actuar, el público seguirá asistiendo a las representaciones por el placer de verlas, y la cultura seguirá creciendo y prosperando. Sea lo que sea, las artes volverán a jugar un papel importante en nuestras vidas, sin importar los obstáculos que intentan interponerse en su camino.
Texto: Lucy Peel (York, UK)