«Estoy que no quepo en mí….». Quien habla es Jose Padilla, dramaturgo canario, considerado como uno de los dramaturgos españoles más interesantes del panorama actual y que ha sido elegido por la editorial Primer Acto para estrenar su colección con la edición de La isla púrpura. Que una editorial teatral piense en ti para iniciar camino es algo para celebrar. Pero esto no es razón del azar y la fortuna, si Esther Santos y todo su equipo de Editorial Acto Primero ha pensado en Jose Padilla para confiar en él el primer título de su editorial de libros de teatro es porque estamos ante uno de los dramaturgos más interesantes del panorama actual. Cuando decimos dramaturgo no queremos decir autor de teatro o escritor de obras literarias teatrales, estamos hablando de un hombre que escribe por, para, en y desde la escena. La Isla Púrpura verá la luz el próximo 27 de febrero y, como afirma el propio autor, que empiece a haber vida para el teatro en las páginas es tan necesario como que se ponga una obra en pie en un escenario, «pero es algo que no solemos tener muy en cuenta». Que nazca una editorial nueva que se encargue de poner en negro sobre blanco los trabajos de nuestros autores vivos es una buena nueva y “una hereoicidad”, aplaude Padilla.
Ganador del premio Ojo Crítico de Teatro en 2013 y del premio Almagro Off por su Perra Vida, ha estrenado en enero su versión de Medida por Medida en el Teatro Gayarre, como culmen del premio que el propio teatro le dió a su propuesta escénica de la obra de Shakespeare. Además, tiene Papel en constante gira para institutos. Un género, el teatro para adolescentes, poco trabajado y valorado en España pero muy necesario. El teatro para los que están a un paso de ser adultos es un lugar donde se siente muy cómodo, afirma, “me gusta mucho el teatro para adolescentes porque algo que me mueve a escribir es tener que desplazarme yo a especios que desconozco y el espacio adolescente, aunque lo fui, es algo que ya he olvidado”.
«Ponerme en la piel de ellos, en los temas que les interesan y en qué forma presentarles esos temas es un reto precioso, comenta… Un público duro y exigente, a su juicio, no tienen filtros para juzgar: «Si les gusta bien, bien, y si no vete pa tu casa”, nos cuenta entre risas Padilla.
“Me agrada que digan de mí que soy ecléctico, versátil”
Difícil de etiquetar y catalogar, si algo caracteriza el teatro de Padilla es que su obras son distantes entre sí y aunque es reconocible en todas ellas, al tiempo, ninguna se parece ni en tema, ni en puesta en escena. Algo que reconoce que le gusta. “Me agrada que digan de mí que soy ecléctico o versátil, porque puedo ampliar mi paleta de colores mientras más lejos sea la distancia que tengo que viajar de color a color”, afirma el dramaturgo canario, “lo que ya conozco no quiero revisitarlo, quiero ir allí donde nunca he estado con mi teatro”.
Lo lúdico como proceso creativo
Realizó estudios de interpretación textual en la RESAD y reconcoe que su formación le ayuda a la hora de poner en escena una función, “te da una visión tridimensional del trabajo”, afirma. Suele partir de un periodo de investigación con sus elencos, antes de disponerse a escribir y poner en orden la gramática teatral se cita con ellos para jugar, para improvisar. Así nació La Isla Púrpura, versión teatral de la novela homónima de Mijaíl Bulgakov, que publica Acto Primero, en la que con un grupo de actores se planteaba “qué podemos aportar desde la posición del hombre del siglo XXI a la magnífica novela de Bulgakov”. Asegura que el lector que se acerque al texto sentirá ese ambiente lúdico que se respira en la función y puesta en escena. De un previo periodo de investigación y juego nace también su versión de Medida por Medida o de Los cuatro de Düsserdolf. Entre manos tiene ahora POW, una función de la que solo sabe por ahora que tratará sobre los “superhéroes en el sentido más amplio de la palabra”, y con la que se encuentra jugando con un grupo de actores capitaneado por Israel Elejalde.
Padilla reconoce que cuando comienza un proceso creativo no sabe a dónde va. Confía ciegamente en su equipo y sabe que con ellos encontrará el camino y el destino. “El actor es dueño y señor del escenario. Si consigues que se den unas coordenadas propicias para que el actor desarrolle su parte lúdica y tenga fe en lo que se está haciendo, está todo ganado, se puede llegar a cualquier sitio de forma fácil», nos desvela Padilla, quien también reconoce que no le gusta escribir atormentado: «Lo lúdico, la alegría, me inspria. Eso no significa que luego el resultado sea luminoso. Pero si yo pudiera elegir, prefiero escribir desde la alegría”.