Con su siguiente trabajo, ‘La niña de luto’, galardonado con una Mención Especial del Jurado en el Festival de Cine de Cannes, se confirmaba su talento y que la buena acogida del anterior título no había sido fruto del azar. Esta película supuso el primer papel protagonista para Alfredo Landa.
Logró su mayor éxito con ‘Adiós cigüeña, adiós’: en España fue vista por 3.500.000 personas y en el extranjero también logró unas cifras espectaculares: por ejemplo, más de 15 semanas en cartel en Francia, más de 20 en Venezuela, mientras que en Colombia su recaudación superó a la de La naranja mecánica y ‘El Padrino’. Asimismo, se estrenó en Japón, Hong Kong y Taiwán, entre otros muchos países. En el otro lado de la balanza se encuentran notorios fracasos comerciales como ‘Juguetes rotos’, que arruinó al propio Summers, ‘Ángeles gordos’, rodada en Estados Unidos, y ‘Me hace falta un bigote’, una apuesta muy personal con el que retomaba el tono de su primera película, ‘Del rosa… al amarillo’. No obstante, de los veinte largometrajes que dirigió, la mitad logró superar los 900.000 espectadores. Además, sus películas traspasaron las fronteras y llegaron a mercados poco transitados por el cine español como Escandinavia, Europa del Este, Canadá, el lejano Oriente y Sudáfrica.
Manolo Summers sufrió con extrema dureza los rigores de la censura a la que combatió con todas las armas posibles, no dudando en denunciar, en cuantas entrevistas le realizaban, las mutilaciones que sufrían sus películas. Como señala el prestigioso crítico de cine José Luis Guarner, Summers “fue el primero en rebelarse de forma pública y sonada contra la censura”. Basilio Martín Patino es de la misma opinión: “soy testigo de su valentía, nadie llegó aún más lejos, para enfrentarse a la peste de los censores”. Fue condenado por agravios a la Iglesia Católica por unas viñetas. Esta faceta como dibujante le valió ganarse no pocos enemigos, como los Guerrilleros de Cristo Rey, que llegaron a presentarse en su casa en claro gesto de amenaza.
Su etapa de mayor esplendor se sitúa en los años 60 y 70; de hecho es en esa época cuando Francisco Umbral llegó a escribir de él que “algún día se sabrá que sólo Summers ha filmado con veracidad y detalle la realidad actual de la vida española”. Muchos años después Basilio Martín Patino, en la necrológica que publicó en el diario El País, destacó que había conocido “a pocos hombres de su genio, con una humanidad más generosamente noble, más bueno, desde su sonrosado aire de colegial díscolo y sentimental”.