Algunos medios se han hecho eco del importante (al menos comparativamente con el pasado) porcentaje de películas y profesionales negros o afroamericanos entre las nominaciones a los Oscars recientemente anunciadas. Es una gran noticia de la que nos congratulamos todos. A la vez, algunos nos hemos lamentado de la escasez de talentos latinos en esta edición de los premios de la Academia. Pero, no nos engañemos, ni la Academia ha dejado «sólo parcialmente» de ser «racista» ni es unicamente por corrección política que ha incluído a Fences, Moonlight o Figuras ocultas / Talentos ocultos / Hidden Figures y sus respectivos profesionales implicados. Simplemente, son buenas películas.
Dicho de otra manera, si no hay películas de temáticas, personajes y actores latinos en el palmarés de candidatos es porque el panorama del cine hispano en Estados Unidos es bastante desolador y contradictorio con la importancia demográfica que tiene nuestra comunidad cultural en este país.
Conviene recordar que hoy por hoy los hispanos representan un 4% por encima de la comunidad afroamericana, y esa diferencia va a seguir creciendo en los próximos años. Pero, además, los estudios sociológicos de la industria estadounidense dicen que los latinos son la comunidad que porcentualmente más acude a las salas de cine. Sin embargo, la oferta con rasgos propios que pueden esperar es escasa en número y en calidad.
El cine hecho por y para ciudadanos negros es numéricamente mucho más relevante que el hispano, reducido a comedias frecuentemente coproducidas por México que se estrenan en pocos cientos de salas. Sin embargo, los films con elencos mayoritariamente afroamericanos cuentan a menudo con miles de pantallas y por tanto logran buenas cifras de taquilla. En esa oferta encontramos desde películas tan comerciales y artísticamente dudosas como las que hace Hollywood para los anglosajones, pero también otras -los títulos arriba citados son un buen ejemplo- más interesantes y rigurosas.
Esto último apenas ocurre por la parte hispana. Sólo personajes secundarios, o anónimos, o -con mucha frecuencia- delincuentes en películas gringas y en lo que podríamos calificar de cine para un público latino la originalidad y la inteligencia brillan por su ausencia. Sólo comedias costumbristas o románticas, o ambas cosas a la vez…
Es cierto que en los últimos años han surgido compañías como Pantelion que producen y distribuyen este tipo de cine, pero con una mentalidad conservadora y reduccionista, que considera que cualquier otro género no interesa. No se recurre siquiera a los propios cineastas hispanos, en su mayoría mexicanos, que trabajan en Hollywood dirigiendo películas «mainstream».
Es cierto que a diferencia de la comunidad afrodescendiente, los hispanos reflejan una mucho mayor diversidad cultural y una menor integración. Frente a una mayoría mexicana, hay puertorriqueños, cubanos, centroamericanos, colombianos y un largo etcétera de nacionalidades con sus respectivas peculiaridades. Estamos sin duda ante un obstáculo, pero también debemos aceptar que nuestra lengua y herencia cultural común tiene o debería tener un peso unificador.
El cine iberoamericano es mejor que nunca… y más diverso. Lo prueban los premios obtenidos en festivales internacionales, los galardones logrados por profesionales hispanos en EEUU, las victorias de taquilla en los respectivos países en condiciones de mercado claramente hostiles. Sin embargo, todo eso parece haberse quedado al sur del río Grande, o pronto al sur del muro de Trump.
No es mi pretensión decir qué se debería de hacer, porque honestamente no lo se. Sólo quisiera plantear una reflexión e invitar a los latinos que hacen cine en Estados Unidos a que hagan sus aportaciones y tal vez asuman riesgos. Una evidencia clara es que hay talento en EEUU capaz de hacer un mejor cine, y por otro lado existe un público numéricamente capaz de hacerlo rentable. El día en que una buena película hispana funcione entre la crítica y el público, y se rompa el maleficio, estén seguros de que habrá más, y entonces sí apareceremos entre los nominados.