Construir un guión con una historia de viajes en el tiempo (o retrocesos como en Tenet) siempre acarrea varias complicaciones: paradojas temporales, cambios en el pasado que modifican el futuro, personajes que se encuentran a sí mismos, elementos que deben encajar,… Y en Tenet además (y por si fuera poco) se riza el rizo con otros factores, basándose en la física cuántica e introduciendo objetos y personajes “invertidos” (provienen del futuro y se mueven hacia atrás); se crea el concepto “pinza temporal”, que consiste en actuar con dos equipos que se mueven en dos direcciones temporales distintas –uno de ellos puede avisar al otro de lo que va a ocurrir en un futuro muy cercano-. El resultado es una pirueta constante en la que es fácil perderse y no entender casi nada de lo que está ocurriendo (ni siquiera sabemos qué significa la palabra Tenet).
No es la primera vez que Christopher Nolan juega con el tiempo, ya lo hizo brillantemente con Memento (2000), contando una historia de forma cronológicamente inversa, alterando el orden lineal de las secuencias para crear un puzzle fascinante.
En Tenet también hay mucho de fascinación a la hora de seguir las peripecias del protagonista, y también funciona a base de secuencias que forman pequeñas historias entrelazadas, estructurando el guión en bloques claramente diferenciados. Por sí solas, cada una de esas secuencias son mini-películas de acción y suspense absolutamente espectaculares, con hallazgos narrativos que le dan bastante originalidad respecto al grueso de cintas de acción que solemos ver en la cartelera.
El juego interesa y entretiene, aunque no entendamos del todo su complejo mecanismo, y aunque en ocasiones nos desespere y nos confunda con tanta cabriola. El laberíntico guión no llega a convencer del todo, a pesar de algunos detalles que consiguen ensamblar el complejo armazón, pero son muchas las dudas y los cabos sueltos que quedan en la mente del espectador. Por otro lado, apenas hay empatía o emoción con los personajes; todo el artificio visual de la cinta no deja espacio para esa conexión o interés hacia lo que le ocurra a los protagonistas (cualquiera de ellos puede morir y nos da exactamente igual). Y tampoco ayuda un metraje de dos horas y media que llega a pesar en algunos momentos.
Tenet es de esas películas para dejarse llevar y no calentarse demasiado la cabeza. Visualmente es impecable, con un ritmo que funciona a las mil maravillas en cada una de esas mini-películas, y el resultado final es un juguete divertido y muy entretenido, aunque no sepamos muy bien cómo funciona el juguete y algunas de sus piezas nos dejen bastante despistados.