Lo que plasma Miguel Olid en su último documental, «Summers el rebelde», es el retrato emocionante y poliédrico de un cineasta singular. Son numerosas las facetas a abordar en el cine de Summers, y muy dispares entre sí: la religión, la censura, el humor más gamberro, la ternura y sensibilidad, su tremenda habilidad para hacer películas con niños, el debate interno entre lo comercial y el cine más personal, su tendencia hacia lo documental, el uso de actores no profesionales en muchas de sus cintas,…
Estamos ante un poliedro de caras irregulares y a veces incluso contradictorias, desde la comedia más gruesa hasta el drama más intenso, desde el landismo de los 60 hasta títulos tan peculiares y personales como «Juguetes rotos» o «El juego de la oca»,… es imposible emparejar a Manuel Summers con algún otro cineasta de su generación, no solo por su temática sino también por su estilo y su manera de entender la narrativa cinematográfica, con recursos que se apartan a veces por completo del cine convencional de la época.
Planteado como una clase universitaria en la que el propio Miguel Olid les descubre a sus alumnos la obra de Manuel Summers, el documental usa ese hilo narrativo para ir desgranando las diferentes caras de este poliedro, con un tono didáctico, emocionante y divertido.
Todo ello a través de un montaje vertiginoso y muy elaborado, con la intervención de cineastas, críticos, familiares, personas que trabajaron con él,… Y salpicando esas declaraciones no solo con fragmentos de su obra; también con una intensa búsqueda en hemerotecas televisivas y cinematográficas, y archivos personales, con un material bastante jugoso para enriquecer el documental con momentos tan curiosos como interesantes.
El resultado es un viaje absorbente por el universo de Summers, cargado de humor, diversión y mucha emoción en relación a la clara intención de Miguel Olid: rendir un maravilloso y merecido homenaje a un cineasta singular, objetivo que cumple al cien por cien.