“Alalá” significa “alegría” en caló, un idioma que se conoce bien en el sevillano barrio de las Tres Mil Viviendas. Pero, ¿hay alegría en una de las zonas con más problemas sociales de España? El paro, la delincuencia y el tráfico de drogas definen a este barrio construido en los años setenta y abandonado desde entonces por -casi- todas las instituciones. Pero en las Tres Mil también hay flamenco, y mucho, y el cante jondo es, entre otras cosas, alegría. Alalá.
Y Alalá es el título de un documental que bucea en una iniciativa social que pretende sacar a los niños de la calle mediante el flamenco. Sí, en las Tres Mil Viviendas también hay sitio para la esperanza. La fomenta la Fundación Alalá, que da clases de música y flamenco a 90 niños y niñas del barrio. Las actividades de la entidad llamaron la atención de Remedios Malvárez, una directora de cine onubense que estrenará su primer largometraje documental, Alalá, en el marco de la Bienal de Flamenco de Sevilla que se está celebrando ahora mismo. La première será el 22 de septiembre en el Teatro Alameda de Sevilla.
Malvárez, que se define como una aficionada al flamenco, considera que “todo lo que sea mezclar una visión personal de un tema social con el flamenco y la música forma un conjunto muy interesante”. De modo que, tras contactar con la Fundación Alalá, se puso a trabajar en el documental durante cinco meses, en las Tres Mil. “He querido dar una versión positiva de un barrio estigmatizado y ponerlo en valor”, asegura la directora a Siete Revueltas. Y desde luego que lo consigue. En el documental abundan las sonrisas de los niños y la alegría que proporcionan la música y el flamenco.
No es fácil financiar un documental, y menos aún estrenarlo en las salas comerciales. Remedios Malvárez ha conseguido las dos cosas. La película se estrenará en salas de cine en Madrid en octubre y más adelante se plantea la posibilidad de llevarla a otras provincias. En cuanto a la financiación, la directora asegura que “no hemos querido ganar dinero sino sacarla financiada”. Cubrir gastos, vamos. Para ello han contado con la coproducción de su propia empresa, Producciones Singulares, y la misma Fundación Alalá, pero también la imprescindible aportación de Canal Sur, Movistar -que han comprado los derechos de emisión-, la Sociedad General de Autores y la Junta de Andalucía. No ha sido necesario recurrir a algo tan en boga hoy en día como el “crowdfunding”.
Fotograma del documental ‘Alalá’.
Todo un logro, y más cuando este tipo de cine documental, como reconoce la propia Malvárez, “no tiene la misma salida ni el mismo presupuesto que el cine comercial, porque es más difícil de entender”. El público, asegura, considera que los documentales “se ven en televisión” (o sea, gratis, o mejor dicho sin pagar dinero; nada es gratis en la televisión, que se cobra su peaje en tiempo de publicidad). Pero ¿por qué no iba a ser posible un documental estrenado en salas comerciales? “Hay un cine documental muy interesante, y en Alalá están la forma, la música y el mensaje, así que… ¿Por qué no?”, afirma Malvárez.
Solidaridad de los flamencos
En Alalá han colaborado grandes artistas flamencos de todos los palos, que han demostrado así la solidaridad de un arte muy arraigado en las Tres Mil. Y ninguno ha tenido ningún problema por ello. Ahí están el guitarrista Raimundo Amador, que no podía faltar en un documental de este tipo y que “simboliza el salir del barrio”; el bailaor Israel Galván, “que sitúa al protagonista como artista”; su hermana Pastora Galván, otra bailaora excepcional “que representa el baile de Triana, y en Triana está el origen de las Tres Mil”; La Tremendita, “una joven con mucha proyección internacional que canta a la manera antigua”; y Arcángel, “de lo mejor del cante flamenco ahora mismo”. Los entrecomillados son de Remedios Malvárez, que se deshace en elogios y agradecimientos para el mundo del arte flamenco por su solidaridad.
Todos ellos representan un arte en el que abunda lo desgarrador, la pasión y el dolor. “Pero el flamenco también es un canto a la esperanza y a la libertad”, concluye Malvárez. Y a la alegría también. Como Alalá.
