Bertín cogió su fusil (y mató a Calleja)

Autor: Rey Romero || Fecha:   Pantallas, Televisión

Bertín Osborne visitó la casa de Jesús Calleja para su programa "Mi casa es la tuya". Poco importa quién sea el entrevistado, el contenido del espacio consiste en bertincentrismo, cuñadismo y una falta absoluta de tacto a la hora de detectar cuándo le están contando algo de interés.

Bertín Osborne entrevista a Jesús Calleja

Bertín Osborne entrevista a Jesús Calleja

Bertín Osborne está acostumbrado a ser el dueño del cortijo. Montarse en su caballo y observar a vista de jinete que las cosas están en orden por el parcelado. A mandar desde una postura cómoda. Y en la televisión no iba a ser menos. Todo el que tenga un mínimo de nociones periodísticas sabe que Bertín no debería andar haciendo entrevistas porque no tiene ni pajolera idea de cómo hacerlo, empezando por que le suda el Bertinito lo que el entrevistado le cuente. Él tiene su batería de preguntas con sus chistes de cuñado perfectamente engarzados en su escaleta y tiembla de pensar que la audiencia se vaya a quedar sin su buena dosis de chascarrillos patentados Paco Arévalo. Sí, ese escandalosamente alto porcentaje de la población que cree que Bertín puede hacer una entrevista gracias a que Mi casa es la tuya es su cortijo en la pantalla.

El último labriego en ararle el terreno ha sido Jesús Calleja. Jesús es un tipo simpático de la tele y tiene uno de los espacios de entretenimiento con mejor contenido de Mediaset (no es un mérito precisamente, pero es un hecho). Lo bueno de Calleja es que su persona y su personaje de televisión son indivisibles, tal y como contó durante el espacio, consiguió hacerse un hueco en la televisión vendiéndole a las productoras un programa basado en su afición de toda la vida, los deportes de aventura. Es lo que ha hecho siempre con su tiempo libre y es por lo que es alguien digno de entrevistar. Pero, para Bertín, un deporte de aventura es comprar vino y esperar a llegar a casa para ver si tiene abridor en el cajón de esa cocina que él mismo se empeña en demostrar que no pisa nunca. Así que su entrevista empezó como se esperaba, siendo un calco de todas las que hace. Bertín tiene una ecuación que sabe que da un resultado exacto y con permutar x e y de vez en cuando tiene de sobra para tirar. Un «oye y de dónde viene esta pasión» para abrir la lata y un «cómo lleva tu familia tu profesión» nunca falla. Y, cómo no, tu buena ración de comentarios verdes. Fantástica retahíla ante el leonés la de si el «miembro» se pone más vigoroso en la montaña o cómo lo hacéis para ir al excusado en medio de la nieve. En fin, todo de esperar a estas alturas de programa y de carrera del cantante reconvertido a presentador y auto erigido periodista.

¿Por qué a Bertín le trae sin cuidado quién es Calleja más allá de los números de audiencia que pueda reportarle (y que de hecho le reportó, 14’4%)? La entrevista se llevó a cabo en la casa del deportista. Jesús le abrió sus puertas y contestó a su manido cuestionario hasta que llegó la oportunidad de desplegar la disciplina correctora del entrevistador. En un momento del programa, Calleja decidió enseñarle a Bertín el espacio más querido de su casa. Su rincón favorito. La parte más íntimamente ligada al alma del alpinista y su razón de ser. Tal y como el propio anfitrión lo describió, «el Sanctasanctórum de esta casa». Lo llevó a una planta baja, donde una austera puerta escondía una habitación con aires de cueva en la que Jesús guardaba todo su material de aventura. Y allí estaba Bertín, que además pronto tendrá que ponerse esos trajes de faena para pasar por Planeta Calleja, con mirada de pazguato y buche retraído observado aquel sinsentido de aparejos en el que ninguno de ellos valía para una monta por la dehesa. Jesús, entonces, tras una aburrida sesión de preguntas y respuestas que solo aportaban ruido de fondo a los salones de media España, comienza a abrirse. Le explica qué es y para qué sirve cada material de cada sección, coge algunos instrumentos y le cuenta historias y casos alrededor de ellos. Se entusiasma. Se crece. Se abre más. Empieza a decir que uno de los momentos que él más disfruta es cuando tiene que salir de viaje y baja con una libreta a apuntar lo que se va a llevar y lo que va a hacer, «me hace tanta ilusión decir esto: me voy de expedición», le confesaba. Esa ilusión con la que un niño prepara su macuto en vísperas de su primer campamento. Está completamente entregado al espacio de su colega, totalmente abierto y vulnerable dándole esencia y un eje a ese tostón. Y es ahí cuando Bertín reacciona. Está perdiendo protagonismo. Sabe que toda una audiencia de cuñados babea por un chiste paleto y el dueño del cortijo huele la sangre. Empuña su fusil, apunta y sesga de un solo disparo: «a mi lo que me hace ilusión es subirme a la cocina y que me des una copita de algo que me va a dar algo», espeta el Todopoderoso. Antes de seguir, aquí hay dos mensajes omitidos que, al estilo de las gafas de Están Vivos, quiero que veáis con claridad: «(me la pela lo que me estás contando) a mi lo que me hace ilusión es subirme a la cocina y que me des una copita de algo que me va a dar algo (y yo soy el protagonista y la parte top de mi actuación es pelearme con los enseres de cocina a lo muy macho)». Esa sería la frase completa. Todo un desaire descortés y falto de cualquier atisbo de espíritu periodístico. Jesús ha sido abatido por el cazador. Esta no es su selva. Es el cortijo de Bertín por mucho que no estén en su casa. Cabizbajo, un televisivamente moribundo segundón asiente sin remedio: «venga, pues vamos». A mi me gusta pensar que esta respuesta también tiene una parte omitida: «venga, pues vamos (a ver si te hartas de vino y te callas un rato). Pero no lo creo. Jesús es buena gente y aguanta el resto de la chapa del pesado de los chistes del pueblo hasta el final. E incluso vendó el dedo de su verdugo ante la audiencia cuando este se cortó mientras pelaba patatas. Bertín hace lo que sea con tal de demostrar que él no es quien cocina en su casa. El público respira tranquilo, por un momento el programa había parecido malograrse hacia la decencia.

Una vez más, todo ha salido bien para Bertín Osborne. Su programa no se ha salido de la sólida base de dar todos los días lo mismo porque lo nuevo descoloca y asusta. Los cánones del cuñadismo siguen intactos y en este cortijo, bastión de la España más casposa, arcaica y estancada en empobrecer la televisión como medio de difusión, no hay nada nuevo bajo el sol. El enemigo ha sido derrotado. Todos están bien.

Rey Romero

Autor: Rey Romero

Rey Romero tiene 19 artículos escritos.

Periodista cultural y gastronómico. Tres años al servicio de Su Majestad (Londres, Leeds). De sus cocinas, más bien. Rastreador del rock más comprometido. Del calificativo imposible.