El director Félix Sabroso, nombre detrás de títulos como Perdona, bonita, pero Lucas me quería a mí o Los años desnudos, dirige a Manuel Bandera, Bibiana Fernández, Alaska y Mario Vaquerizo en El amor sigue en el aire, la consecuencia lógica de haber mezclado a los dos últimos con los dos primeros que ya hacían El amor está en el aire. El resultado de invitar a una de las parejas más carismáticas del país se convirtió en una obra de éxito que ha alcanzado más de setenta representaciones. La gira llega a su fin con la visita este fin de semana al Auditorio Box de Sevilla y de vuelta a Madrid para terminar dónde empezaron. Para Mario, con quien este medio ha hablado, con todo lo aprendido. Sobre el amor, el mundo del teatro y su capacidad para proponerse una nueva meta y superarla. Al teléfono nos atiende, amable —que es susceptible de poderse amar—, el Mario sin vaquericísmos, el que veremos en esta más que recomendable obra.
-Bueno, por el principio y para introducir al lector. ¿Qué vamos a encontrar en El amor sigue en el aire?
-Es una obra de teatro que, para mi, tiene un carácter muy universal porque toca un tema que nos llega a todos, que es el amor. El amor en distintos momentos desde que lo conoces. Lo que se dice los estadios. El primer momento que estás on fire, descubriendo a la persona, cuando te comportas como un adolescente. Después es el siguiente paso, cuando te vas a acostumbrando más, cuando ya vas conociendo a la persona. Donde ese amor, digamos más arrebatador, se va convirtiendo en un amor más tranquilo, que no por eso es menos importante. Hasta momentos de desengaño, decepción, traición pero siempre con un final feliz porque, como bien indica la obra, el amor sigue en el aire. A todos nos gusta estar enamorados. Hace la vida más llevadera y mucho más feliz. Es por eso que yo creo que esta obra gusta a tanta a gente y viene todo tipo de público a verla. Es un público muy multigeneracional, porque vienen desde adolescentes, que se sienten identificados con los primeros momentos de la relación, a matrimonios que llevan más y tienen más experiencia. No sé, es un poquito de eso pero siempre aderezado con sentido del humor, con momentos un poquito más tristes pero siempre arrancándote una sonrisa de la boca, precisamente por eso, porque el amor sigue en el aire.
-Esta obra es una nueva versión de El amor está en el aire en la que os sumáis Alaska y tú, ¿qué aportan vuestros personajes a la historia?
-Pues yo interpreto a Paco, una persona totalmente antagónica a lo que es Mario Vaquerizo. Paco es nómada, un hippie que le gusta la India, y yo soy todo lo contrario. Yo soy sedentario, capitalista… lo que sí compartimos Paco y yo en el fondo es que somos buena gente y que nadie se espera nada de nosotros y, al final, acabamos respondiendo. Pero lo que me ha llevado a hacer esta obra de teatro, que es la primera vez que yo me subo a un escenario de una obra de teatro, es el no hacer de yo. No hacer de Mario Vaquerizo, que es muy fácil y que eso lo hago constantemente en mi día a día. Era someterme a una disciplina del texto, someterme a un ejercicio de memorización y de interiorización y luego sacarlo de forma orgánica. Y, bueno, me pareció una buena propuesta. A mí me habían propuesto muchas veces hacer teatro, había dicho que no, pero hace año y medio cuando Félix Sabroso, director y escritor de esta obra, nos propuso aparecer como invitados especiales solo en Madrid unos días pues dijimos que sí. Primero porque el texto me gustaba y yo ya había visto la obra anterior que ya existía como El amor está en el aire, solo con Bibiana y Manuel, y que ahora se amplía con esta visita que iba a ser efímera y al final se ha convertido en setenta actuaciones por toda España.
-Hoy en día impera esa idea destructiva del amor romántico. La de los celos, los roles pautados de forma convencional de hombre y mujer… Alaska y tu formáis una de las parejas más originales y con una forma distinta de vivir el amor, al menos por lo que nos llega en televisión, no sabemos como seréis en casa. ¿Aborda esto la obra?
-Bueno, no creas. Yo soy muy tradicional. El amor es el amor. Respeto que cada uno afronte una relación de una forma u otra. Pero, Alaska y yo, somos muy tradicionales a la hora de afrontar una relación de pareja, es decir, esto de parejas abiertas a mi no me gusta, no lo concibo. Yo creo que si adquiero un compromiso con una persona, lo adquiero. pero no de forma obligada, si no porque me sale y no me apetece estar con otra persona. Mi mujer es para mi y punto pelota. Olvido (Alaska) y yo, hemos pasado muchas etapas de crisis, porque creo que, además, solo estás en crisis con la gente que quieres y que te importa. Nosotros, el verano pasado, tuvimos una crisis potente, que luego se va solucionando porque hay un amor que está ahí después de 18 años. Lo bueno que tenemos es que no hemos seguido esa mala educación de estar enamorados porque sí. Hay mucha gente que finge estar enamorada porque les han impuesto que no son nadie sin una pareja. Eso es una desgracia. Para eso es mejor estar solo. Cuando te dicen eso de cuál es el secreto de vuestro amor, es que no hay secreto, cariño. El amor no es una fórmula matemática, si lo fuese todo el mundo haría bien sus deberes y sacaría sobresaliente. Es que tengas la suerte de ser correspondido y sigas estando enamorado.
-Es «el milagro de ser dos», como se titula uno de los sketches.
-Sí, eso es una suerte. Aunque también las relaciones te las tienes que currar. No puedes dar nada por hecho. No hay que acomodarse. Mi suegra tiene un dicho muy sabio: «quien tenga una tienda que la atienda y si no que la traspase». Pero te tiene que salir atenderla, no por obligación.
-Tu primera obra de teatro. ¿Cómo te has sentido en relación a estar sobre un escenario con Las Nancys o trabajando en televisión?
-Era la primera vez que hacía teatro y me daba, en cierto modo, un poco de vértigo. A ver, yo siempre he tenido memoria, pero yo ya hacía tiempo que quise volver a estudiar la carrera de biblioteconomía, hace un año y medio, pero tuve que dejarla porque no me daba tiempo y no había vuelto a memorizar, y me dí cuenta de que, coño, pues tampoco estoy tan mal. Soy capaz de memorizar. Te das cuenta de que muchas veces ante peticiones de terceras personas, cosas que tú no te has planteado, como yo jamás me he planteado ni pretendido ser actor de teatro, yo he hecho mis cameos con Santiago Segura o he sido dirigido por Alejandro Amenabar o he salido en series como La que se avecina, etc. pero siempre haciendo de mí. Para mí eso era muy fácil, no me daban un guión, me daban unas pautas y hacíamos el «vaquericísmo» que es lo que yo he hecho siempre. En esta obra se me planteó un reto, que me tomé en serio y del que me siento muy orgulloso y me he dado cuenta de que querer es poder. Y, por otro lado, que el teatro si que crea adicción y ahí, en cierto modo, sí que me he sentido muy identificado al salir y pisar un escenario. Es lo mismo que con las Nancys. Muy parecido a los conciertos. Por ejemplo, la televisión, el cine, esta cosa tan tonta que parece como muy folclórica del calor del público, no lo tienes. No es mejor, ni pero. Es diferente. Tú interpretas un papel en el cine y cortas y… ¿sabes? En el teatro es salir como un miura. Como pasa también en los conciertos. Y ahí, estando y defendiendo lo tuyo y adaptándote a la reacción del público. Entonces, tanto Alaska como yo, nos hemos sentido muy identificados porque hemos visto el teatro muy parecido a la rutina de los conciertos, que es lo que se hacer yo con Nancys Rubias desde hace 13 o 14 años. Y, después, que todo lo que se genera en estas compañías es muy mundo Nancy. Para empezar, viajamos en la Nancyfurgo. Robertín, que es el road manager de las Nancys, también lo es de esta compañía, y nos cogemos la furgoneta, viajamos con los perros de Bibiana y Manuel. Todo muy parecido a lo que es irte de conciertos con amigos. Todo muy familiar, como en aquella película de Fernando Fernán Gómez, Viaje a ninguna parte, con toda la furgoneta de cómicos de una lado para otro, así me he sentido yo. Y ahora con pena porque tenemos otros compromisos, Alaska prepara disco con Fangoria, yo tengo cosas con Nancys, pero podríamos seguir, seguir y seguir. Pero se ha parado en el momento justo. Tenemos estos dos días en Sevilla en el auditorio Box y, después, dos funciones más en Madrid y ya se termina El amor sigue en el aire, para disgusto nuestro porque estamos disfrutando mucho y cada día aprendiendo más. Es un lujo y crea adicción. Pero tenemos la intención de volver con otro proyecto teatral.
-No vamos a ver entonces a Mario Vaquerizo.
-No, por primera vez no se ve a Mario Vaquerizo. He hecho una cosa totalmente antagónica. Un hippie, ¡ya ves tú!
-La música es muy protagonista.
-Sí. No es un musical al uso. Se cantan muchas canciones pero solo trocitos. Pero son canciones muy universales. Están Fangoria, Almodóvar y McNamara, Rocío Durcal, Juan Luis Guerra… Es un repertorio muy bonito porque son canciones que todo el mundo conoce, Rocío Jurado con Como yo te amo… Es una obra muy dinámica y muy ligera, aquí no estamos haciendo Chejòv ni Shakespeare, la intención es entretener y tratar de sacar una sonrisa a la gente. Aunque, por otro lado tiene también un trasfondo, que la gente se puede sentir muy reflejada porque, como te decía antes, el amor nos toca a todos. Porque esa etapa también la hemos pasado nosotros. Te sientes identificado. Yo me acuerdo que antes de participar en esta obra llevé un par de veces a mis padres para que la vieran y padre decía «jo, pues esto que está haciendo Bibiana con Manuel es lo que le pasa a tu madre cuando está aburrida de mi porque yo estoy viendo todo el rato el fútbol», por ejemplo. Es una obra que está muy bien escrita y, por eso, yo creo también que es la clave del éxito.
Te podrá gustar más o menos la interpretación, pero he hecho una cosa digna.
-Supongo que el estar entre amigos ayudará a que todo sea más fácil ante el respetable y, sobre todo, a que haya amor en el aire.
-Me ha encantado. No solo porque fuéramos amigos, eh. Esto quiero dejarlo claro, yo tengo amigos con los que jamás trabajaría. En el caso de Félix, yo ya había trabajado con el porque yo hacía los making of de sus películas, con Dunia Ayaso también, que desgraciadamente falleció, y luego con Bibiana he tenido siempre muy buena relación y con Manuel, también. Pero eso no nos llevó a querer trabajar por el mero hecho de que seamos amigos, lo que nos llevó a decir sí por primera vez a hacer teatro, tanto Alaska como yo, fue que el texto nos gustaba y que sabíamos que íbamos a estar en buenas manos y que íbamos a aprender. Y en este caso, ha sido todo un exitazo. A nivel personal me ha aportado muchísimo. Saber que soy capaz de poder defender dignamente un texto que no es el mío. Tomármelo en serio aunque después la representación sea un delirio de diversión. En mi caso, he aprendido mucho de Manuel. ¿Qué te voy a decir? Manuel Bandera, un gran actor, bailarín, experto en musicales, y es un tío que tiene una coherencia y gran dominio del lenguaje verbal y corporal. Te digo una cosa, y de verdad te lo digo: yo jamás me dí cuenta que hablar y andar a la vez era tan difícil. Al principio yo estaba muy estático. A base de consejos de Manuel logré interiorizar la naturalidad, que no es nada fácil y me hace sentirme muy orgulloso de mí. Aunque suene prepotente decirlo. Te podrá gustar más o menos la interpretación, pero he hecho una cosa digna.
– Me decías que la obra está siendo un exitazo. No es fácil en un mundo como el teatro.
– Sí, esta siendo todo un éxito. Y más teniendo en cuenta que esta obra es una marcianada. Empezamos a hacerla convirtiendo un cine, el Capitol, en un teatro. Que ahora muchas obras se están haciendo allí. Pero cuando nosotros llegamos no teníamos ni camerinos. Nos cambiábamos debajo de la pantalla del cine, ahí apiñados. Pero el éxito ya era estar allí y pasarlo bien. Incluso tuvimos que prolongar la obra durante las navidades un mes y medio. Una obra diaria en un sitio que alberga 1.100 localidades. Es un subidón. Y eso se ha repetido por toda España, hemos vuelto varias veces a muchos sitios. Aquí, en Sevilla, nos hubiese gustado estar más tiempo. Para mi, Sevilla, ya sabes que yo tengo sangre sevillana, mi madre es de Lora del Río y yo soy devoto de la Virgen de Setefilla y me encanta estar allí. Después iré a ver a mis amigos de Obbio, después a Triana a comprar azulejos del Jesús del Gran Poder y de la Macarena.
– ¡Qué pureza de visita!
– ¡Es que es así! En los conciertos, llegas el mismo día, pruebas sonido, tocas y te vas. Lo que hemos hecho es cogernos un día antes y disfrutar de la ciudad. Y, ahora, Olvido y yo, estamos enganchados a visitar todos los rastros, para comprar cosas para nuestra nueva casa, con lo cual estamos felices y contentos.
Pues eso, que viva el amor.