Rocío Hellín, flamencólica rehabilitada: «¿Que el cante se está actualizando? ¡Bobadas!»

Autor: Quico Pérez-Ventana || Fecha:   Conversaciones, Destacadas, Flamenco, Letras, Sonidos

Dice que compartir su pasión le alimenta el alma. Se refiere al flamenco. Su vida misma. 'Flamencólica' es el título de su blog y de su primer libro. En sus palabras, no será un best seller ni un imprescindible entre los académicos, pero en el arte flamenco no hay libros humanos que hablen de personas corrientes. «Hay que permitirse sentir, no todo es memorizar, machacar, estudiar». Y sí. Como en todas las entrevistas que ponen el foco en lo jondo, salen a relucir los nombres de esos dos cantores mediáticos. Aquí no quedan bien retratados.

Rocío Hellín: flamenca sin medias tintas.

Rocío Hellín: flamenca sin medias tintas.

A Rocío Hellín Sánchez (Puerto Lumbreras, Murcia, 1984) la encontrarán en las redes como Ro Parker. Un apellido muy de escritura, miren ustedes. Se define como «hija de Fernando El Espín y Juana la del Gato, flamenca de cuna y zalamera por vocación». Gana el pan con otros menesteres que no vienen a cuento, pero su firma aparece en las sección rítmica de La Opinión de Murcia y otros medios. Desde 2010 gestiona con éxito un blog libre y valiente sobre los santos del devocionario jondo. En Flamencólica (2018, Ediciones Ende) habitan los momentos mágicos que le ha regalado el flamenco, que son muchos y placenteros.       

– Dice que se aficionó al flamenco enderezando un revés de la vida. ¿Tal es el poder curativo del arte jondo?
– El flamenco es la mejor cura que conozco. Y no lo digo solamente por mi experiencia. En sus letras ya se puede apreciar cómo conviven la tragedia, la muerte o el desamor. Por algo será, ¡digo yo!

– ¿En qué momento decidió traspasar la delgada línea de aficionada a cronista? O crítica, como usted prefiera.
– Justo cuando no lo esperas. Fui a ver a Farruquito y mantuve los dientes apretados dos horas. Después de eso, tuve que escribir. Pero estoy segura de que antes o después lo hubiese hecho. Cuando acudes a recitales y luego lees las reseñas de algunos, es que te dan ganas de escribir.

– ¿El flamenco es una adicción? ¿Hay quien va a reuniones de flamencólicos anónimos y todo?
– El flamenco es una herramienta peligrosa y te puede crear dependencia. He conocido a personas que tuvieron que desconectar de él durante años. Las reuniones de cabales son nidos de adictos, yo misma lo comprobé hace unos días en Córdoba. Salí de allí con resaca emocional.

– ¿Se es flamenco por sangre? ¿Por devoción? ¿Por las cicatrices de la vida?
– Lo ha dicho bien. Se es flamenco. Eres o no eres. No hay medias tintas. No es lo mismo ser flamenco a que te guste el flamenco. Este arte te puede llegar por diferentes vías, pero creo que es un cúmulo de benditas circunstancias que se dan en un momento crucial de la vida. El flamenco te elige.

«Véanse las formas que utiliza El Niño de Elche, que es experto en vender bolsas de asas llenas de humo y no soporta que le desmontes el chiringuito»

– En sus textos se aprecia un tono crítico hacia los que manejan los dineros del flamenco. ¿Los gestores de lo público cantan atravesao?
– Los jurdeles, amigo, son muy malos. No es que canten atravesao, es que no saben ni qué es eso. El flamenco, como la cultura en general, tiene el problema de que lo gestionan mal y la causa principal es la falta de conocimiento. Como consecuencia, el despilfarro. La mala inversión. Si no sabes de flamenco no puedes ayudarlo. ¡Mal fin tengan los dineros!

– Cuéntenos alguna satisfacción que le haya dado gestionar una bitácora flamenca en la Red.
– Buahhh, miles. He conocido gente muy interesante, verdaderos entendidos que me han enseñado. Personas que no te conocen y te envían cantes, te cuentan anécdotas. El blog es un mundo lleno de oportunidades. Hasta una compañía de Brasil adaptó un cuento mío publicado en el blog y estuvieron de gira. Nunca sabes qué puede ocurrir después de darle al botón de publicar.

– ¿Qué le parece lo que nos venden últimamente con la etiqueta de flamenco bajo una supuesta renovación o revolución del género? Ya sabe a qué me refiero. Mida su respuesta, no le vayan a amenazar los talibanes de las redes. 
– Está muy de moda decir que el cante se está actualizando. ¡Bobadas! Queda todavía mucho por asimilar antes de que eso ocurra. Si se está actualizando no es en el sentido que ellos lo expresan. El flamenco es rentable, sobre todo si piensas en exportarlo. Te abre muchas fronteras porque es un arte que tiene un halo de misterio que despierta curiosidad. Estoy espantada de talibanes, la misma Rosalía me tiene bloqueada en una red social. Quizá los llamados revolucionarios son más talibanes que los aficionados al flamenco. Véanse las formas que utiliza El Niño de Elche, que es experto en vender bolsas de asas llenas de humo y no soporta que le desmontes el chiringuito. Una renovación no es llenar los medios de prensa nacionales con artículos insulsos. Un flamenco renovador es, por ejemplo, Israel Fernández. Qué decepción que muchos no le conozcan.

 ¿No le parece sintomático que esos artistas presuntamente renovadores lleguen a un público que no sabe quiénes son, un poné, José Valencia o María Terremoto? Que no han escuchado un disco de flamenco en su vida, vamos. ¿Eso es bueno o malo?
– No conocer a José Valencia es pecado capital. Para mí, claro. Pero bueno, luego te pones a pensar en ese público conquistado por Camarón, por ejemplo, que tiró del hilo y descubrió el universo flamenco y no lo ves como una amenaza. Soy muy zen en esto y creo que todo lo que atraiga a presuntos aficionados es positivo.

Portada de «Flamencólica», de Rocío Hellín.– ¿Estamos realmente en el fin de una época? Cosas como esta se leen en las páginas de Flamencólica. Explíquese, buena mujer.
– Estamos en plena transición flamenca desde hace unos años. Los maestros fallecen, los concursos tienen formatos desgastados, las peñas no atraen a nuevos públicos, etc. La época de Antonio Mairena llega a su fin y se están imponiendo nuevas formas cantaoras como Camarón y Morente en la pole. Tenemos que avanzar y hay que tener un compromiso con esto. Ayudar a los jóvenes y ser conscientes de lo que queremos que perdure en el tiempo y en la historia. Es una carrera de fondo que todavía no tiene una meta clara.

– Reconoce que a veces involuciona. Que no se puede galopar sobre una música con solo dos siglos de historia. Que los nuevos caminos no pueden desviarse de los pilares fundamentales del género.
– El flamenco es una música nueva y a muchos les parece arcaica. Algo pasa. Involuciono porque estoy en el bando de cuidar la raíz. No puedes recoger manzanas de un árbol que no riegas. Este género musical tiene un gran defecto: que encandila al más tonto. Y los tontos se creen que lo saben todo y pueden hacer lo que les plazca. Para abrir un nuevo camino tienes que ser un gran aficionado y tener un gran talento. Ahí reside el conocimiento y la inteligencia. En el flamenco esto no abunda.

«El día que separen la cultura de la política ganaremos todos, porque una cultura politizada es una asquerosidad»

– ¿Demasiada política?
– Es vomitiva. En España los escándalos han pasado de la prensa rosa a abrir los telediarios con toda normalidad. Le hemos pagado los caprichos y los vicios a los que nos han gobernado. El día que separen la cultura de la política ganaremos todos, porque una cultura politizada es una asquerosidad.

– Usted es de Puerto Lumbreras, Región de Murcia. Para que luego digan. ¿Hay por allí, en sus palabras, otros románticos en búsqueda de algo que les pellizque el alma?
– Soy del Puerto, como dicen mis paisanos. Mi pueblo es muy bohemio, tenemos artistas en muchas disciplinas y hay grandes aficionados. Lo de flamenco a unos les viene de serie y a otros les llega más tarde. Hemos escuchado a Chano Lobato, José Menese o José de la Tomasa. Sitio de paso para Marchena, Caracol o Carmen Amaya. Mi pueblo tiene una personalidad distinta a lo típico murciano por situarse en la frontera. Y sí, se me llena la boca hablando de mi tierra, como puede comprobar.

– Niña Pastori acaba de decir que en el flamenco es donde menos machismo hay. Nada como el arte flamenco para escuchar un pensamiento y el contrario. Usted es mujer y es flamenca. Pronúnciese.
– Por mi parte no he sentido machismo nunca. He asistido a recitales sola, he tomado una copa rodeada de hombres que podrían ser mis abuelos y, si le soy sincera, he sentido más protección que machismo. Pero eso no quiere decir que sea activa en la lucha de igualdad y aplaudo a las mujeres que denuncian actos machistas.

– De hecho, reconoce que retiró de su vocabulario la palabra macho para referirse al remate de algunos cantes. Disculpe, es que se llama así.
– Claro, lo de macho lo retiré porque forma parte de ese machismo invisible que tanto cuesta percibir. Hay muchas cosas que podemos hacer y no nos damos cuenta. Podríamos comenzar por algunas letras flamencas que son una barbarie y tiran por el suelo a la figura de la mujer. Con no cantarlas –y en mi caso, no escribirlas–, suficiente.

«Estoy espantada de talibanes, la misma Rosalía me tiene bloqueada en una red social»

– ¿Y por qué no le gusta el término puro para referirse al flamenco tradicional o clásico? ¿Por lo mismo que Ortiz Nuevo en su célebre alegato?
– Si el flamenco nace de la mezcla de varias culturas tiene poco de puro y mucho de mestizo. Es una contradicción constante si, como le he contado antes, defiendo la raíz del flamenco. Utilizan la palabra –o concepto– puro para referirse a lo primitivo, al origen, pero no sabemos a ciencia cierta cómo era la música que se cuajó en sus principios ni cómo se tejió con otras músicas para al fin parir música flamenca. Este es mi alegato.

– ¿Y esa maleta en la contraportada?
– Otra historia. Perteneció a mi abuelo paterno, fue a luchar al Frente de Teruel y más tarde lo reclutaron para cumplir condena en Marruecos. Regresó con su inseparable maleta. Es una maleta de injusticias que por suerte está cerrada. Las maletas de injusticias deberían estar cerradas y las fosas, abiertas. Sería un buen camino hacia la paz, la igualdad y la humanidad.

Rocío Hellín y la maleta de las injusticias. Bien cerradita, menos mal.

Rocío Hellín y la maleta de las injusticias. Bien cerradita, menos mal.

 

 

Autor: Quico Pérez-Ventana

Quico Pérez-Ventana tiene 15 artículos escritos.

Periodista andaluz de intereses etéreos y estrofas cabales. Docente de redacción digital y netiqueta.