Mártires del Compás: «Seguimos siendo un grupo de culto»

Autor: Quico Pérez-Ventana || Fecha:   Conversaciones, Flamenco, Rock, Sonidos

 

Martires_CompasLa célebre banda de flamenco billy continúa su gira Hola y adiós, regreso triunfal a los escenarios ocho años después de su separación. 

Fueron grandes. Nueve discos de mescolanzas flamencas. Conciertos por medio mundo. Hinchada fiel, exigente. Una banda con solera. Siempre abriendo huella. Levantando ampollas. De la presentación ante los medios, abril 1995, crucificado de sonrisa carnavalera en portada, aún recordamos a un alto cargo de la Junta recalcando aquello de «hechos en Andalucía». En 2007 pusieron punto y final. Desgaste de la convivencia de Chico Ocaña –el mártir más mártir, protagonista de la presente entrevista– con el resto del grupo, escribe alguien en Wikipedia. Nada que no puedan remediar la llamada de un promotor y un poquito de tragarse el sapo. Demasiada música como para detenerse en zarandajas.

–Aquí están de nuevo los Mártires. Y con la formación original, después de todo lo que se dijo y se escribió. Chico, esto no lo esperábamos, la verdad. Te lo dirán todos los periodistas con los que te sientas, ¿no? 
–Tampoco he hablado con muchos periodistas estos últimos tiempos. ¿Por qué volver a tocar juntos después de tantas historias? Es fácil. Se dieron una serie de condiciones y circunstancias que favorecieron una vuelta que a priori parecía imposible, por el resultado de la ruptura. Pero bueno, el tiempo hace que las heridas o los malos rollos se vayan curando. Y luego uno evoluciona. Hubo una oferta por los 20 años del Flamenco billy. No ha habido un cambio de postura, sino un cambio de objetividad.

–La gira Hola y Adiós ya ha registrado veinte actuaciones. ¿Cuáles han sido las sensaciones? Había ganas de Mártires, eso parece. 
–Sí. El más multitudinario que hemos tenido fue en Sevilla, en el Festival Territorios. Allí había miles de personas viéndonos. En todos los demás sitios ha sido alucinante. Y en las primeras filas, siempre gente joven. Ni siquiera habían nacido cuando yo escribí San Roque o Vente vente. Eso te anima. Ves que el legado ha pasado de boca en boca. Van los hijos donde antes iban los padres. Nos pasó aquí en Barcelona, en el último concierto que dimos tras nueve años sin tocar en la ciudad. Fue en las cocheras de Sants para los refugiados. El noventa por ciento de los asistentes bajaba de los treinta.

–La excusa para esta reunión es el veinte aniversario de aquel Flamenco billy (1995), la tarjeta de presentación al mundo mundial de los Mártires del Compás. ¿Se entendió entonces? ¿Se entiende ahora? 
–No, no, qué va. No porque fuera superior a nada. El concepto era una mezcla que al principio se interpretó como algo rumbero o gracioso. Pero había una profundidad musical, una influencia centrada en la mescolanza. A mí siempre me ha sonado malamente lo de la fusión. Esta es una tierra de mezclas de sonidos e historias. Mucho más que lo que se habló siempre de fusión o flamenquito. Mártires abrió un camino que hasta entonces no existía. Eran la forma, la temática, el proceso, cómo se cantaba, cómo se componía. Todo desde la diversidad de sus componentes. Yo empecé Mártires con Kiko Veneno y el hijo de Martirio (Caraoscura), Pepe Lagares, Marcos Aguilar, Alberto Álvarez… A Alberto lo bajé de la batería y lo puse en un cajón billy, que era un trapecio. Actuamos en los jardines de los Alcázares junto a Paco de Lucía, año noventa y poco.

«No sé por qué extraña circunstancia, después de veintidós años, nueve discos y un recopilatorio, uno se siente todavía con ganas de hacer cosas. De dar por culo un poco. Sin modas ni formatos»

–Y en 2016 se cumplen veinte años de vuestra segunda colección, Prohibido da el cante. Otro acontecimiento que celebrar. 
–Aquel disco lo hicimos en nueve meses para ir a Midem. Tocamos con Héroes del Silencio, Navajita Plateá y Vicente Amigo. Ahora lo que hacemos es seleccionar una serie de canciones que nos apetece tocar. Hay canciones que se quedan atrás, otras que adquieren un nuevo sentido. A lo mejor en la época en que nacieron no les dimos la importancia que le damos ahora. Canciones como La negra pata o El tieso. No tenemos el guion de los conciertos. Solo lo que va surgiendo. O cómo yo me encuentre.

–¿De qué te sientes más orgulloso de aquellos años? 
–Me siento satisfecho, desde mi perspectiva de emigrante, de exiliado cultural, de haber conseguido que el surrealismo de un gaditano del Campo de Gibraltar pudiera calar en los corazones de gentes del norte, sur, este y oeste. Sin colorantes ni conservantes. Que canten tus canciones, que son tus letras. Cuando las escuchas en bocas de otros te das cuenta de la cara que tenías y lo que sentías. Son recuerdos que permanecen en las melodías, en las cualidades sonoras de lo que vivimos y lo que somos.

–¿Tú crees que Mártires del Compás fue un grupo de culto? 
–Yo creo que Mártires del Compás sigue siendo un grupo de culto.

–Una parroquia apasionada pero sin reflejo en las listas de ventas, ¿no? 
–Es que el concepto de ventas no depende del grupo, depende de la discográfica. Y las compañías siempre nos vieron como un grupo flamenquito. El que enganchaba los dineros nos metía en radiofórmulas como Cadena Dial y Radio Olé, que lo único que hacen es joder la obra a corto plazo, porque los intereses son otros. Si hubiéramos entrado con gente más lista, que hubiera entendido nuestra música como culta, diferente a todo lo que suena, habríamos estado en otro papel. Las compañías deben tener enlaces que no sean mongolos, que tengan otras perspectivas. De hecho, fuimos a Nueva York por David Byrne, que oyó nuestra canción La pera. No fuimos gracias a la compañía. Nosotros hemos tocado en muchos lugares del mundo. De eso sí estoy orgulloso. De haber mostrado en tantos sitios lo que un día creaste en un espacio aislado. Y llenamos todos los sitios donde vamos. 

«Lo de los Rolling en La Habana fue todo marketing. Legalizar otra vez el puticlub. Con la edad que tienen, no. Están ya chocheando»

–¿Qué ha cambiado en estos ocho años de separación? Me refiero en la música popular española. 
–Han cambiado los sonidos. Ya no hay sonidos de palos. Todo está enlatado. No hay acción-reacción. Solo hay músicas basadas en ritmos cansinos, literaturas de pocas palabras, pocas metáforas. Quizá algún cantautor… Pero no veo nada que me motive. Ni en el flamenco ni en la música en general. Mucho enlatado, mucha cumbia, mucho reguetón, mucho hip-hop. Y creo que a esto ya no se le llama música popular, sino lo-que-me-da-la-gana.

–Los Mártires tocasteis en La Habana, pero no salisteis tanto en los telediarios como los Rolling, me temo. 
–Hombre, claro. Lo de los Rolling fue todo marketing. Legalizar otra vez el puticlub. Con la edad que tienen, no. Están ya chocheando. Yo creo que había cosas más importantes. Si vas como un grupo con influencia, con un mensaje, entonces una parte del concierto podía haber sido otra cosa. Un concierto más suyo. Los primeros que van a La Habana… También podía haber ido David Bowie, ¿no?  

–¿Cómo te has visto estos años en solitario? ¿Contento con las dos colecciones publicadas, Canciones de mesa camilla (2010) y De piedra (2014)? 
–Yo creo que mi disco De piedra es un buen trabajo. Sus historias, sus caras, sus momentos. Ahí está la sustancia del que creó Mártires hace veintitantos años. En la forma de escribir no creo que haya cambiado. Quizá menos flamenco en algunos aspectos. También me rodeé de gente con una cultura musical diferente. Pero bueno, a mí me han gustado mucho mis dos trabajos.

–¿Has seguido los proyectos de los otros mártires? Pellizco, Doble Jack… 
–Sí, los escuché en su momento. Estaba claro que músicos buenos había, lo que faltaba es literatura. Lo que no hay es gente que escriba. Quizá porque no se lee tanto como en mi época. La importancia de la metáfora, la palabra, el concepto. Palabras que se inventan dentro del sonido popular, que se quedan como fijas, que se hacen del vocablo popular. Eso es más del formato sajón.

«Nos metían en radiofórmulas como Cadena Dial y Radio Olé, que lo único que hacen es joder la obra a corto plazo, porque los intereses son otros»

–Siempre se te han dado bien las entrevistas. Le coges las vueltas a los periodistas como nadie. 
–Bueno, he intentado ser honrado, aunque a veces torpe. Defender lo mejor posible la esencia, hacer algo que la gente entendiera. Mártires tiene una historia. Vamos por el mundo y nos conocen. Es flipante que sepan nuestras canciones. Los emails, las cosas que nos dicen. No sé por qué extraña circunstancia, después de veintidós años, nueve discos y un recopilatorio, uno se siente todavía con ganas de hacer cosas. De dar por culo un poco. Sin modas ni formatos.

–¿Y luego qué? ¿Cómo interpretamos ese adiós del título de la gira? 
–Ya te digo. En 2015 eran 20 años del Flamenco billy. En 2016 son veinte años desde Prohibido da el cante. Mientras haya alguien –un local, una oficina, un ayuntamiento, un promotor– que quiera seguir sumándose a esa celebración de Hola y adiós, pues aquí estamos. ¿Qué si puede haber disco? Nosotros estamos libres de enlaces con compañías. El mercado está como está. Pero si hubiera una oferta, a mí no me importaría despedirme con un disco de Mártires. Aunque durase un año más. O dos. O tres. Tampoco me veo yo más allá.

–¿Has pensado un posible título para ese disco? 
–Podría ser El beso. O Animales.

Autor: Quico Pérez-Ventana

Quico Pérez-Ventana tiene 15 artículos escritos.

Periodista andaluz de intereses etéreos y estrofas cabales. Docente de redacción digital y netiqueta.