En palabras de Ángel Calvente, ‘Espejismo’ trata de una visión desde el otro lado del espejo: “El público, cual inocente Alicia, atravesará el cristal adentrándose en lo más profundo del Espejo Negro; un mundo oscuro donde reina la luz, donde residen criaturas elegantes, irreverentes, tiernas, perversas, solitarias, provocadoras, almas llenas de humor corrosivo y burlón”. Fusión de este contenido sin su previo y expreso consentimiento. Con un espectacular manejo de las luces y las sombras, la obra de Calvente es un retrato corrosivo y burlón del que no se libra nadie. Ni la religión, ni la realeza, ni los políticos ni la Pantoja…
-Son 30 años de carrera que incluyen hasta dos Premios Max. ¿Cómo recibes el homenaje de Palma?
-Un premio siempre es muy gratificante y, sobre todo, si viene de Feria de Palma significa un reconocimiento a tu trabajo, a tu labor… Todavía recuerdo en el año 1991, cuando vine invitado, totalmente de turista, cuando Ramón López me dijo que si quería venir otro año a la Feria. Y es todo así, muy especial. Además, es especial por las circunstancias que estoy pasando últimamente. Entonces, estas cosas siempre te ayudan y te empujan a seguir trabajando, aprecias que tu trabajo es un referente para los demás… Estos detalles siempre son de agradecer, la verdad, sobre todo porque vienen con mucho cariño y los recibimos como tal.
-Siempre ha trabajado por la dignificación de las marionetas. ¿En qué consiste esto y por qué lo crees necesario?
-Claro que es necesario… Realmente, a estas alturas de mi vida y de mi carrera, es por la dignificación del teatro. Porque el teatro, con o sin marionetas, es lo mismo. Solo que aquí usamos actores de gomaespuma mezclados con actores de carne y hueso. Cuando nacomos en el 89, el mundo de la marioneta estaba totalmente vapuleado, descatalogado, era una cosa para público infantil, insulsa, ñoña y aparece El Espejo Negro contando historias para adultos, para muy adultos con una técnicas impecables, una manipulación magnífica, una buena
iluminación, unos textos muy arriesgados.. Ahí era donde yo quería llegar. Yo quería que fuera teatro. Teatro con mayúsculas. Desterrar eso de que las marionetas sólo son para niños. Todavía me acuerdo de aquello. Aún así todavía hay gente que ve extraño que hagamos marionetas para adultos.
-Con ese nombre, El Espejo Negro, y los temas que tratáis, ¿no sois un poco al mundo de las marionetas lo que Black Mirror a las series?
-Sí, sí, sí. Somos la cara oculta. Yo siempre lo digo que El Espejo Negro es ese momento en el que tú, a solas, en pelota picada, te miras al espejo y no te reconoces.
– O no te gustas.
-O no te gustas. Te miras a los ojos y dices: «¿y este tío quién es?». Ese momento de «uy», ese es El Espejo Negro y es lo que enseñamos en este espectáculo, traspasamos el espejo negro y entramos dentro de él. Y es la primera vez que le doy cuerpo físico a la compañía como tal. El espejo es un personajes más de este espectáculo. Somos la cara oculta. Yo siempre lo digo que El Espejo Negro es ese momento en el que tú, a solas, en pelota picada, te miras al espejo y no te reconoces.
-¿Qué tiene el teatro de marionetas, qué te da, qué te puede ofrecer, qué no puedas tener en otro tipo de teatro?
-Para mi el teatro de marionetas tiene todo tipo de posibilidades. Las marionetas son el actor total. Es decir, cuando trabajas con seres de carne y hueso, ellos ponen todo de su parte.
Nosotros trabajamos con gente de carne y hueso. Pero, claro, la que da la cara todo el tiempo es la marioneta, que puede hacer todo: volar, aplastarse, puede morir por ti, la podemos destrozar en escena… y luego, la máscara siempre te ayuda. Es como una protección para decir cosas, puedes ser más crítico, más sarcástico, siempre puede ir un poquito más allá que el ser humano, porque es una marioneta, es algo inanimado. Esto es un concepto que tiene el público, que es mucho más permisible, como en los dibujos animados.
-¿Te acuerdas cuando el Pato Donald se destrozaba, se machacaban vivos…? Pues eso, la marioneta me da esas posibilidades. Crear mundos dentro de otros mundos.
– Claro, es un personaje desde que nace. Lo bueno de las marionetas es que tú creas el actor de la nada y le das cuerpo físico. No hay que caracterizar a ningún actor, ni disfrazarlo. Es el actor total. Está diseñado y construido para el papel que va a representar y eso le da mucha autenticidad, porque es muy de verdad. Cuando tu ves el espectáculo, recuerdas a un ser vivo.
Suenan martillazos, Ángel se disculpa «estamos montando». El tiempo corre en contra y apenas quedan pocas horas para la obra. Podemos dejarlo aquí.